¿Qué significa ser hincha de Sporting Cristal?
Yo no soy hincha celeste porque mi viejo o mi abuelo sean del Sporting, yo no soy hincha celeste porque me guste el color de la camiseta, tampoco lo soy porque nací en el Rímac. Soy hincha del Sporting Cristal porque elegí serlo, yo no nací celeste, me hice celeste por decisión propia; porque el coraje de Garay despertó mi espíritu guerrero, porque en la insolencia de Julinho encontré alegría, aprendí a sonreír.
Soy rimense porque me enamoró la zurda del “Machi” Pinillos y sus disparos de larga distancia, porque admiraba y admiro a Jorge Soto. Soy celeste porque existió un Julio César Balerio, porque fui testigo y celebré los ‘Chorrigolazos’ y porque a todos ellos los dirigía uno a quien llamaban “El Ciego”, el de la famosa chalaca en la Copa América del 75’, el de Argentina 78’, el delantero.
Soy rimense porque en un universo en donde las opciones estaban totalmente polarizadas -o eras crema o eras blanquiazul-me entusiasmó ser diferente, me sedujo poderosamente la idea de distanciarme del montón, de destacar.
En el 95’, Sporting Cristal se convirtió en el primer y único club peruano en ingresar al Top 15 del Ránking Mundial de Clubes, ubicándose en el puesto #12, la posición más alta a la que haya llegado alguna vez un club peruano hasta nuestros días. Entonces entendí que, efectivamente, yo no era igual que el resto, había escogido bien: Me había hecho hincha del Sporting Cristal, el mejor club de fútbol del torneo peruano.
Irónicamente, mi recuerdo más puntual de 1995, también tiene que ver con Alianza Lima. Era la tarde del 10 de diciembre y mis ojos anonadados veían por primera vez a Sporting Cristal salir campeón de un Torneo Descentralizado, al empatarle el partido al cuadro de La Victoria.
Aquella tarde grité con el alma los goles de Julinho y del capitán Garay, ante un Estadio Nacional que estallaba de júbilo, nos hicimos bicampeones y yo confirmé que de ahí en adelante mi vida no volvería a ser la misma, aquellas imágenes del triunfo jamás me abandonarían.
Y es que este sentimiento que habita mi pecho, creció de manera desenfrenada, inundándolo todo, confundiéndose con mi sangre, recorriendo el espacio desde el corazón hasta el cerebro.
Yo elegí ser hincha del Sporting Cristal y lo elegí para siempre.
Por: Kreuza del Campo