La hinchada hizo sentir su voz
«Lárgate, Barreto », gritaban los hinchas sin piedad. Los cuatro goles de Barcelona, la derrota en Cajamarca, la aún no olvidada semifinal del 2019, sus años en Universitario: todas eran llamas que avivaban la ira de los hinchas contra Barreto.
Ni el gol rápido de Sandoval, ni el 3-0 de la primera mitad lo libraron de la furia desatada que fue el Alberto Gallardo, del coliseo romano donde todos tenían el pulgar en dirección al piso y pedían su cabeza en bandeja de plata.
Sporting Cristal podía haber estado 10 goles arriba ayer, pero ya nada podía calmar a los enfurecidos hinchas, que piden tener un técnico a la altura de su historia, de sus vitrinas, de sus ídolos. Los gritos de alegría en los goles de Ray Sandoval (7’), Emanuel Herrera, quien volvió a anotar tras 10 meses sin celebraciones (20’), y Ortiz (25’) fueron fugaces, instantes cortos de felicidad. Luego, las gradas se reponían y recuperaban el ritmo de los cánticos contra Barreto, el verdadero rival del día y el objetivo real por el que asistieron a la cancha ayer.
Y para aumentar los daños y hacer crecer la ira de la masa celeste en el Gallardo, Barreto no daba la cara, dirigía debajo de su techo, protegido por las sombras del refugio de los técnicos. Tantos gritos en su contra hacían una agonía pararse en al borde del campo, salir a dar órdenes a la línea blanca. Y eso enloquecía a la afición, la descontrolaba.
Pero fue peor cuando Cristal se durmió sobre el final, en otra demostración de que le falta un carácter de club competitivo, de que le falta un líder, un estratega. Danilo Carando descontó a los 69’, tras algunos errores en defensa, y en el último minuto, Paniagua marcó el 3-2, que hizo explotar toda la cancha, pero de silbidos. Para la hinchada, el culpable es solo uno: Manuel Barreto.