En cuatro días debemos de haber visto dos de los partidos más tácticos que se han dado en este campeonato. Enfrentando a los equipos de Roberto Mosquera y Cristian Leonel Díaz, Sporting Cristal ha jugado – y ha superado – dos verdaderas partidas de ajedrez. Si desde la previa se sabía que iban a ser partidos difíciles, lo que se vio en las canchas fue la muestra de que, con trabajo y seriedad, el campeonato podría subir de nivel.
Claro, este duelo de estrategia dio como resultado un partido trabado, con emociones controladas, con poco espectáculo, casi aburrido por largos momentos y poco satisfactorios para el público que añora – añoramos – otro tipo de partidos, más abiertos, más vertiginosos. No obstante, el fútbol también se juega así y es enorgullecedor saber que el equipo rimense puede afrontar con idéntico éxito este tipo de encuentros como aquellos de juego más amplio.
La Universidad San Martín de Porres apostó a quebrar en dos a Sporting Cristal. Pobló el mediocampo formando un filtro espesísimo y sus jugadores presionaron cada balón hasta el límite. Un juego que por momentos se volvió irregular y que se mantuvo gracias a las decisiones – disímiles siempre – de un Victor Hugo Carrillo que ayer se mostró muy falto de tino. Sporting Cristal tuvo que trabajar desde el inicio para no perder equilibrio. Nos vimos superados en los minutos iniciales pero esto no generó drama gracias a un rasgo de la personalidad de este equipo cervecero. Cristal, con el paso de los meses, ha ido asumiendo una solidez, entendiéndola como el control de las situaciones de un partido. Es un convencimiento que sólo se explica desde el punto de vista de quien conoce a su rival, sabe cómo enfrentarlo y es consciente de sus posibilidades reales de victoria. En esa idea, en esa solidez de equipo que se sabe superior, Cristal enfrenta los eventos particulares de un partido sin desesperarse, sin salirse del manual, con paciencia. Cristal soportó a la San Martín con criterio y paciencia y terminó ganando, tal como lo planeó.
La Celeste no se impuso, entonces, como una tromba sobre su rival. Lo dejó hacer, lo dejó chocarse una y otra vez con la defensa rimense, esforzándose para no perder el control del juego, y luego fue retomando, poco a poco, el control de las cosas. Primero el balón, luego la cancha, luego las ocasiones, finalmente el partido. Ya desde los minutos finales del primer tiempo quedaba la sensación – Cristal daba la sensación – de saber que el desenlace estaba escrito.
Cristal demoró mucho en generar su primer remate al arco. Este se dio en el segundo tiempo, recién, pero ya para entonces tenía la manija del partido. Con el ataque abierto, fue cuestión de tiempo. Horacio Calcaterra que ganó una posición en el área, la falta en su contra, Renzo Sheput que anota por cuarto partido consecutivo y listo. Cristal ganando el partido, cual si fuera una ley física, por gravedad. El resto del partido se desarrollo con algo más de espacios, San Martín acusó el golpe y se fue arriba, pudo empatarlo, pero Cristal fue el que terminó con la tarea. Irven Ávila y su premio de cara al gol.
Sporting Cristal suma 16 partidos invictos. Se ha impuesto a rivales débiles y a rivales fuertes, de local y de visita. Sporting Cristal va demostrando su solidez y va obteniendo rivales en función del esfuerzo y del trabajo. Sporting Cristal se acomoda en el primer lugar – su lugar natural – y empieza a avizorar otro horizonte de triunfo. Pero aún falta mucho, la soberbia es mala compañera de viaje. Sigamos así, trabajando y luchando, el premio llegará.
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