Sporting Cristal no celebra empates. Ni de visita ni en altura. El empate es una circunstancia que debe evitarse. Más allá de que hayan empates que sepan a victoria, yo personalmente me niego a celebrarlos como tales. Pero, además, el de ayer no es un empate que me sepa especialmente positivo. No me gustó Cristal aunque entiendo y comparto la idea que subyace al juego que mostró.
Durante el curso de una temporada, no es cierto que cada partido sea “una historia aparte”. Hay partidos especiales, es verdad, pero usualmente cada encuentro se debe entender en función al contexto que lo rodea. Y este partido en Cusco – usualmente difícil – sólo puede entenderse dentro del contexto de nuestra actualidad. Contexto que nos dice que hace tres días jugamos un partido durísimo por Copa Libertadores (en la que respondimos a otro nivel y a otra exigencia) y que nos dice que en dos días más jugaremos otro encuentro como locales por el Descentralizado en el que nos enfrentamos no sólo a Alianza Atlético sino también a la exigencia de dejar de ceder puntos en el Gallardo. Sólo en ese contexto se puede entender en su integridad la complejidad del partido de ayer.
Y entonces, así como no pareció mal que Cristal guardara ciertos “titulares”, tampoco me pareció mal per se que se deje de lado por el momento la voluntad de ir a presionar al rival y permitir que sean ellos los que busquen el partido y nosotros nos dediquemos a la reacción. Como idea, como objetivo, no me parece incorrecto.
Y se estaba logrando con suficiencia. En parte gracias a la actitud pasiva que tuvo el local durante el primer tiempo. Cristal se puso arriba con un tiro penal y pudo controlar el juego. Mariano Soso entendió lo que Jorge Espejo planteó en el inicio y salió ganando. Espejo, claro, pensó que Cristal saldría a presionar y por eso pobló el mediocampo. Cristal, por el contrario, esperó y Garcilaso se encontró con pocas ideas.
Pero Espejo reaccionó y ahí se acabó el control cervecero. La actitud y la disposición del local cambiaron en el segundo tiempo y desde el primer minuto nos pusieron en apuros. Cristal no supo dejar la pasividad de su juego y se vio constantemente en aprietos. Nos intentaron de todas las formas posibles y nos salvamos por virtud de arquero y defensas y también por fortuna. Pero en una nos iban a dar y nos dieron en el blooper. Una pelota fortuita que rebota de manera impensada y deja descolocado a Diego Penny. El problema no es el blooper, el problema era que llevábamos varios minutos contra las cuerdas.
Lo bueno del gol fue que despertó al equipo y empezamos a cubrirnos mejor. La expulsión de Irven Ávila le añadió mayor dificultad al problema pero Cristal no volvió a verse tan apretado como antes del gol. Ya Irven había fallado una oportunidad clara antes de su expulsión y luego Alexis Cossio fallaría otra más, aún más clamorosa. Cristal pudo llevarse el partido pero ese “pudo” es demasiado poco para nivelar el juego que brindó ayer.
Nos trajimos un punto del Cusco. Cristal, que tenía que demostrar que el camino elegido empieza a brindar frutas, mostró un partido bajo. Entendible en el contexto de la temporada pero, qué quieres que te diga, eso no lo hace bueno.
Por el contrario, lo único que se logró es que aumente la presión para el miércoles en el Gallardo. La hinchada va a querer ver de nuevo – y por fin – la verdadera cara de Sporting Cristal: presión, juego, posesión y – ojalá por fin – contundencia.
Por: Chalo
Director de elcristalconquetemiro.com
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