La Cancha: Racing Club 1 – Sporting Cristal 2
¿Cómo decirle al corazón que no te impulse a levantar los brazos y gritarle a la noche la alegría de un triunfo como éste? ¿Cómo decirle al alma que no se levante de orgullo y que no vuelva a besar esos bellos colores y ese escudo?
Comenté ayer miércoles el partido con un amigo argentino quien, luego de felicitarme por la alegría, intentó «regresarme» a mi realidad. «Pero esto ha sido algo raro, ¿eh? Vos no te creás que las cosas siempre van a ser así. Disfrutalo pero ha sido una cosa rarísima. Sino, podes ver cómo quedó la llave del último equipo peruano que fue para allá y que se enfrentó con Huracán». Y bueno, las alegrías propias son propias. Los extraños no las van a vivir.
Pero yo me quedé pensando y coincidí en que, en efecto, este resultado es inusual. Harto inusual. Pero discrepo en que sea imposible que resultados como éste se puedan reeditar. Indudablemente eso no va a pasar con equipos como Alianza Lima, al que hacía mención mi amigo platense, pero definitivamente sí con Sporting Cristal. Y lo pienso porque el triunfo en Avellaneda no ha sido un partido excepcional y rarísimo en un océano de partidos mediocres y rendimientos deficientes de la escuadra rimense. Por el contrario, el partido ha sido uno más de una serie que viene encadenando Sporting Cristal en los que, con momentos altos y bajos, se nota su trabajo distinto, su dedicación, su obsesión por marcar diferencia haciendo las cosas bien. Partidos en los que se buscó mantener el estilo de juego, los recursos nobles, en los que no se renunció a jugar al fútbol, aquella idea que se implantó y poco a poco se ha ido consolidando y replicando en todo el club.
Tal vez no sea este año y quizá tampoco el próximo. Pero Cristal viene trabajando con seriedad para convertirse en un cuadro realmente competitivo en Sudamerica. Es probable que pase algún tiempo hasta nuestra próxima victoria en canchas bonaerenses, pero estoy seguro que estas se irán haciendo menos espaciadas y que podremos estar en condiciones de traernos resultados y redituar noches felices. Cristal lo hace, Cristal lo sabe. El resto tal vez no, pero eso – precisamente eso – es lo que nos hace diferentes, nos hace superiores: la seriedad.
A Racing Club no se le ganó de suerte. Este fue un resultado positivo que se logró con mucho, muchísimo esfuerzo. El rival demostró que, aún no teniendo una buena noche, fue superior en juego. Pero Cristal se aplicó y logró la hazaña de la manera como se logran las hazañas: con concentración, con esfuerzo, con inteligencia. En el partido contra Deportivo Táchira expuse la idea de que, a nivel internacional, hoy por hoy no estamos para sentirnos candidatos. Que cada partido y cada punto que se logre, va a ser con mucho esfuerzo. Que se requieren rendimientos superiores a la media para avanzar en un torneo en el que estamos aún rezagados. Y los muchachos que vistieron nuestra camiseta en el Cilindro de Racing Club pusieron mucho de eso. Entramos conscientes de que no éramos los favoritos pero confiados en que nuestro esfuerzo podría llevarnos a encontrar oro. Y nos esforzamos. Y lo encontramos.
Entonces, ¿cómo no conmoverte? ¿cómo no inflar el pecho de orgullo de tu institución, de tu camiseta, de tu equipo, de tus jugadores, de tu comando técnico, de tu capitán y de tu gente que se presentó en Avellaneda para alentar? ¿Cómo no enfundarte tu camiseta y no querer sacártela nunca más? ¿Cómo esconder el orgullo?
Es imposible.
¿Cómo no echarse a soñar con más triunfos? ¿Cómo no pensar que el martes siguiente la historia se va a repetir? ¿Cómo no pensar que si ganamos en Avellaneda, tenemos que ganar en Lima con mayor razón?
Y de pronto te das cuenta que ese es el momento en el que hay que cortarle las alas al sueño. Por que los partidos se juegan, no se sueñan. Por que el soñar con más triunfos no los trae. Por que cada punto aún seguirá siendo, para Cristal, producto de un esfuerzo superior a la media. Por que el peor error que podemos cometer es convertir el orgullo en soberbia. Le ganamos con mucho esfuerzo a Racing Club, pero ha sido sólo un partido y que no te garantiza que este martes en el viejo y querido Nacional la historia se vaya repetir. Tenemos ahora un rival que no sólo sigue siendo favorito sino que además ya nos conoció directamente y que tiene una motivación adicional a los puntos: lavar en algo lo que significó que nosotros les ganáramos en su casa y frente a su gente y también borrar el recuerdo de ese partido del 97 que nosotros no paramos de recordar. Racing va a ser aún más difícil de lo que ya fue. Sigue siendo el campeón argentino y lo va a querer demostrar, tiene con qué demostrarlo. Y Cristal, entonces, va a requerir aún más esfuerzo, más concentración, más RAZA.
Será difícil, pero no es imposible. Y yo creo en mi equipo, en mis jugadores, en mi comando técnico y en la seriedad de mi institución. Y estaré junto a ellos porque siento que, partido a partido, estamos construyendo el futuro promisorio con el que tanto hemos soñado.
Por lo pronto, todo ese orgullo que sentimos la noche del martes, debe ser el resorte que nos impulse a estar presente en los estadios y aplaudir a nuestra camiseta y a nuestros jugadores. No hay excusa. Somos diferentes, hay que demostrarlo. Nos vemos el domingo en el Gallardo y, luego, el martes en el Nacional.
Por: Chalo
Director de elcristalconquetemiro.com