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La Cancha: Alianza Lima 2 – Sporting Cristal 4

Desde el torneo de 1956, el primer torneo que jugamos y ganamos, la gloriosa historia rimense se ha escrito con episodios como el de anoche: Sporting Cristal yendo a un estadio rival, hostil, a enfrentar a un anfitrión prepotente y cobarde. Desde el torneo de 1956, Sporting Cristal se ha especializado en ir a visitar a rivales que mueven cielo y tierra fuera de la cancha pretendiendo intimidarnos pero que tan sólo terminan haciéndonos aún más fuertes. A la camiseta celeste no le tiembla ni una fibra al enfrentarse a graderías que insultan, a dirigentes rivales que mienten, a árbitros que se parcializan, nada. La hostilidad del rival es nuestro escenario natural, en él crecimos, en él nos hicimos grandes, a él podemos regresar cuantas veces quieran para demostrarles que aparentar bravuconería es algo pero ser un club de fútbol… es otra cosa.

Alianza Lima lo sabía y tenía miedo. Por que fue miedo el que los llevó a mover hilos para suspender su partido del miércoles, fue miedo el que los llevó al engaño para lograr que no haya presencia mayoritaria de hinchas celestes en el estadio – como si Sporting Cristal se disminuyera ante la hostilidad. Y fue miedo el que, a pesar de todo eso, los llevó a iniciar el partido de locales jugando como visita: una línea de 5. ¿En serio, Alianza? ¿Tan incapaz te sentías?

Y bueno, razón no les faltaba. Cristal en el primer tiempo pulverizó al local. Con presión y toque eficiente, lo replegó a los 50 metros que se extendían delante de su arco. Diego Penny tuvo muy poco que hacer y el lado del campo que daba al arco de Cristal era territorio exclusivo de dos hombres: Alberto Rodríguez y Jorge Cazulo. Tan arriconados los tuvimos que en el campo de Cristal se podía bajar, poner un mantel y servirse un picnic sin miedo a que se te derramen las gaseosas.

No son muchas las veces que un gol llega como consecuencia del enseñoramiento de un equipo en la cancha. El gol de Renzo Revoredo fue uno de esos. Cristal era largamente más equipo que el local – que presentó a un equipo medroso, asustado – y el primer gol pareció un tema natural como la lluvia que sigue al cielo nublado, como la espuma del mar cuando la ola choca a la orilla. Era una cuestión de gravedad. Y Renzo estuvo inspirado regalándonos un verdadero golazo. Taco dirigido para que la pelota cruce la línea y calle, por primera vez de cuatro, a un estadio que – en teoría – nos tendría que haber asustado. Ay, Alianza, durante 60 años de tus 115 te hemos demostrado que ni tus graderías ni tus falsas historias hacen mella en el carácter cervecero. ¿Cuándo aprenderás?

El segundo tiempo fue más entretenido porque el rival se acordó que esto es fútbol, no folclore, e intentó hacernos daño jugando al fútbol. Definitivamente le fue mejor en eso que en ensuciar el partido. Lamentable que ahí tampoco das la talla, Alianza. Fueron 20 minutos que les duró la pila y que nos pusieron en aprietos. Incluso por un momento, luego del primer gol del descuento, se pensó que el partido podía complicarse. Pero a este equipo de Cristal le sobra criterio y tranquilidad. Demoró un poco en recuperar la pelota y, cuando lo hizo, empezó a tejer de nuevo. El gol de Josepmir Ballón – el tercero – enfrió los ímpetus aliancistas. Ni mentiras, ni bravuconadas, ni tampoco el tibio intento de fútbol. A Sporting Cristal ayer no lo pararon con nada. Luego el rival se entregó. Que sensación tan triste. Levantar tanto polvo en la previa para terminar entregando el partido a los 70 minutos.

Al final, no todo les resultó en vano. La maniobra de la dirigencia aliancista para evitar la presencia masiva de hinchas rimenses en su estadio les valió para algo: para ahorrarse los “oles” que hubieran bajado en gran cantidad de tribuna norte. Para ahorrarse el recordatorio a domicilio de que inventos tienen a montones gracias a su prensa adicta. Pero de fútbol, hace años que no tienen idea.

Ahora toca mirar adelante. Hay Copa Libertadores. Se viene un rival de verdad, uno que no tiene que ensuciar partido ni contar mentiras para ser poderoso. Hay que hacer lo mejor que se pueda ante el que es, en el inicio, el equipo más difícil de nuestro grupo. Lo de anoche fue un delicioso entremés para hacer más dulce la espera. Por lo pronto, agradecer a los muchachos y al comando técnico por esta alegría. Hay mucha fe con miras al martes, en ellos y en el partido que imaginó Mariano Soso.

Para finalizar, repetiremos el mantra que nos trajo hasta acá y que resume nuestro convencimiento: Este es el camino, hay que seguirlo.

Por: Chalo
Director de elcristalconquetemiro.com

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